
ACELERACIÓN: EL KPI CLAVE EN EL FÚTBOL MODERNO
En el fútbol actual, donde el espacio y el tiempo son cada vez más reducidos, la aceleración se consolida como un KPI determinante del rendimiento. Más allá de la velocidad máxima, lo que define muchas acciones es quién reacciona y acelera más rápido en los primeros metros.
Estudios recientes muestran que los jugadores más diferenciales no son necesariamente los más rápidos en 30 m, sino los que generan mayores tasas de aceleración en los primeros 5-10 m (Harper & Kiely, 2018). Jugadas decisivas como desmarques, presiones o cambios de dirección se definen en los primeros 5 metros.
¿QUÉ PASA EN LOS PRIMEROS PASOS?
El cuerpo adopta una inclinación hacia adelante, orientando el vector de fuerza de forma más horizontal, lo que permite maximizar la propulsión (Morin & Samozino, 2016).
Se produce una triple extensión coordinada (cadera, rodilla, tobillo), con pasos cortos y explosivos, buscando minimizar el tiempo de contacto (Nagahara et al., 2014).
La frecuencia de zancada es más importante que la longitud en esta etapa inicial (Rabita et al., 2015).
Los brazos no solo acompañan: generan momento angular y ayudan a estabilizar el tronco, optimizando la transmisión de fuerza.
La rigidez del tobillo y la fuerza relativa del tren inferior condicionan cuánto y cómo se transfiere la potencia. Por eso, trabajar la fuerza específica en ángulos similares a los de aceleración es clave (Clark & Weyand, 2014).
¿POR QUÉ DEBERÍAS MEDIRLA?
La aceleración repetida es un mejor predictor del rendimiento competitivo que la velocidad máxima (Dalen et al., 2016).
Los futbolistas de élite realizan entre 50 y 70 acciones acelerativas por partido, muchas en contextos de alta toma de decisión (Varley et al., 2012).
A nivel fisiológico, esto exige un sistema neuromuscular capaz de generar fuerza rápidamente y con alta orientación horizontal (Morin & Samozino, 2016).
Referencias:
Clark, K. P., & Weyand, P. G. (2014). Are running speeds maximized with simple-spring stance mechanics? Journal of Applied Physiology, 117(6), 604–615. https://doi.org/10.1152/japplphysiol.00174.2014
Dalen, T., Ingebrigtsen, J., Ettema, G., Hjelde, G. H., & Wisløff, U. (2016). Player load, acceleration, and deceleration during forty-five competitive matches of elite soccer. Journal of Strength and Conditioning Research, 30(2), 351–359. https://doi.org/10.1519/JSC.0000000000001063
Harper, D. J., & Kiely, J. (2018). Damaging nature of decelerations: Do we adequately prepare players? BMJ Open Sport & Exercise Medicine, 4(1), e000379. https://doi.org/10.1136/bmjsem-2018-000379
Morin, J. B., & Samozino, P. (2016). Interpreting power-force-velocity profiles for individualized and specific training. International Journal of Sports Physiology and Performance, 11(2), 267–272. https://doi.org/10.1123/ijspp.2015-0638
Nagahara, R., Naito, H., Morin, J. B., & Zushi, K. (2014). Transitions in acceleration phase during human sprinting. Biology of Sport, 31(2), 105–112. https://doi.org/10.5604/20831862.1099049
Rabita, G., Dorel, S., Slawinski, J., Sàez-de-Villarreal, E., Couturier, A., Samozino, P., & Morin, J. B. (2015). Sprint mechanics in world-class athletes: A new insight into the limits of human locomotion. Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, 25(5), 583–594. https://doi.org/10.1111/sms.12389
Varley, M. C., & Aughey, R. J. (2012). Reliability of GPS for measuring acceleration and deceleration in team sports. International Journal of Sports Physiology and Performance, 8(2), 133–139. https://doi.org/10.1123/ijspp.8.2.133